1841, Oratorio de Don Bosco...

1841, Oratorio de Don Bosco...

En la Iglesia de San Francisco de Asís (a dos kilómetros de distancia del oratorio de don Cocchi), el joven Don Bosco inicia su Oratorio. También él, como D. Cocchi, se ve rodeado por muchachos inmigrantes, sin familia, abandonados. Va al encuentro de muchachos prisioneros en las cárceles, y está “horrorizado al ver el gran número de muchachos entre los 12 y 18 años, sanos, robustos, inteligentes; verlos allí ociosos, atormentados por las chinches y los piojos, sin pan y sin una buena palabra”. “Eran humillados hasta la pérdida de la propia dignidad”.

Piensa en el problema y concluye: “Estos muchachos deberían encontrar afuera un amigo que los ayude, los asista, los instruya, los acompañe a la Iglesia los días de fiesta. Quizá entonces no volverían a recaer. Así, tal vez, menos muchachos volverían a la cárcel . comuniqué este pensamiento a Don Cafasso, y con su ayuda busqué el modo de hacerlo realidad".

El 8 de diciembre Don Bosco se acerca con decisión al muchacho que será el primero de su oratorio, Bartolomé Garelli, albañil venido de Asti. No lo invitaba a jugar  ni a saltar, sino le dice: “Ven a oír la Misa. Después tengo que hablarte de un asunto que te gustará”.

El “después” es una charla franca, amigable, en la que Don Bosco parece lanzar frases alegres para interesar al muchacho, pero en realidad son preguntas, bien pensadas; son un “test” riguroso sobre su familia, la escuela, la Iglesia; las tres “ramas” que deberían colaborar en el crecimiento de este muchacho. Y descubre con pena que “papá y mamá han muerto”, “no sé leer ni escribir”, “no he hecho la primera Comunión y no voy al Catecismo”. Y Don Bosco, de inmediato, sin siquiera desayunar; el intervalo tradicional del sacerdote que ayunaba desde media noche (una tacita de café tomada en la sacristía), le ofrece lo esencial de su Oratorio: el rezo de un Ave María y una lección de catecismo.

Inmediatamente después (para Bartolomé y los otros albañiles que lo siguen a los pocos días, los muchachos salidos de la correccional) llegan los juegos, los paseos, las carreras, las loterías, la distribución de dulces, la propuesta de  escuela dominical o vespertina. Y en el centro de todo esto queda y quedará siempre en el Oratorio de Don Bosco (que nadie imaginará nunca llamar en piamontés “i saut” o “el gimnasio”) la oración, la confesión, la comunión.

La palabra “oratorio” con Don Bosco, tiene todo su verdadero significado: un lugar donde antes que todo, se reza. Y el programa que Do Bosco repetirá hasta esculpirlo en la cabeza de sus muchachos y salesianos está condensado en cuatro palabras que serán como la piedra fundamental de su obra: “Nosotros tratamos de hacer de estos muchachos “honestos ciudadanos  y buenos cristianos”.

Y precisamente por eso él pone mucha atención pero también mucha decisión para alejar (aún con la muerte en el corazón) del oratorio a aquellos jóvenes, y hasta aquellos ayudantes-educadores que puedan hacer mal a sus muchachos. No vacila, en un cierto momento, en quedarse casi solo con la turba de sus muchachos, con un trabajo enorme. Pero no quiere a ninguno que le arruine aquella meta: honestos ciudadanos y buenos cristianos (S.J. Bosco, Memorias, p. 1985 s).

El Oratorio de Don Cocchi 

Precursor del Oratorio de Don Bosco 

Más Información.


No hay comentarios:

Publicar un comentario